domingo, 20 de abril de 2008

Una vergüenza bien argentina

María un día se levantó y advirtió que el campo estaba de paro. Durante 21 días tuvo que arreglárselas para alimentar a sus hijos sin carne vacuna. Se acostumbró a ese inconveniente y siguió su vida resignada, prácticamente sin esperanzas de un cambio positivo.

Una vez que el conflicto agrario descansó en una tregua (¿qué pasará luego de que se termine el plazo de 30 días impuesto por las cuatro entidades rurales?), parecía que de a poco se volvía a la normalidad. Al menos sus pequeños niños volvían a comer los bifes de los lunes, un clásico en la familia. Al menos, un motivo para alegrarse.

Sin embargo, cuando apenas habían transcurrido escasos días de tranquilidad en la ciudad, María amaneció en su casa con un humo insoportable, que le impedía caminar con normalidad por las calles de Buenos Aires y que le complicaba respirar. Entonces, con sus ojos irritados miró la televisión, leyó los diarios y se enteró de que algunas personas curiosamente empezaron a quemar pastizales en la provincia de Entre Ríos. En un par de horas también se acostumbró a ese problema y se resignó sin ningún tipo de desgaste.

Así está el país por estos días, señores. Se registran dos situaciones anormales muy determinantes que ponen en peligro la salud de la gente en poco más de un mes. Es increíble. En realidad no es increíble. Es Argentina y, al deslizar ésa palabra, cualquier acción, para bien o para mal, no resulta extraña.

Todos hacen barullo y nadie se hace cargo de nada. La mayoría no busca soluciones y ni que hablar de progresar. Todos hacen lo que quieren, nadie se hace responsable de sus actos, y lo peor es que las consecuencias pueden ser muy graves.

Un día María volvió de trabajar y sus hijos le resaltaron: “¡Qué olor a asado que tenés, mamá!”. María simplemente suspiró y se limitó a sonreír.

Ahora que lo pienso, me dieron ganas de comer un buen asado. ¡Qué rico!, ¿no? Total hoy disponemos de carne. ¡Hay que aprovechar! Mañana no sabemos qué va a pasar.

¡Un momento por favor! Ahora que lo pienso, por otro lado, estas últimas líneas que acabo de escribir representan al prototipo argentino, ése que no se compromete con lo que pasa en el mundo y que se olvida de los problemas fácilmente. ¡Por Dios, me equivoqué!

Mi idea no era transmitir ese mensaje (¿o sí?). Bueno, no sé, la próxima vez trataré de no confundirme. Lo pasado, pisado. Borrón y cuenta nueva. Un error lo tiene cualquiera...

Así está la realidad de nuestra sociedad celeste y blanca: muy vergonzosa, realmente lamentable. Esto es lo que hay para ofrecer, señores. Tómenlo o déjenlo.

5 comentarios:

Alejandro dijo...

mis saludos! ya te agrego Medina!

AD dijo...

esto es asi, lamentablemente


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bueno un saludo y suerte

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Riikii dijo...

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Saludos

Anónimo dijo...

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