El día que secuestraron a Fangio
La noche asomaba en La Habana, conmovida aquel 23 de febrero de 1958 por una carrera de Sport Prototipos, que el gobierno de Fulgencio Batista pretendía utilizar como parte de su propaganda política, en medio de la crisis más fuerte que atravesaba su mandato.
Juan Manuel Fangio, que había viajado a la isla para participar de la competencia (a realizarse en el circuito El Malecón), intercambiaba palabras junto a sus colegas Güerino Bertocchi, Nello Ugolini, Alejandro de Tomaso y el cubano Carlos González, en el hall del hotel Lincoln donde se hospedaban. Los cinco ya estaban bañados y perfumados. Se alistaban para ir a cenar, pero de repente se les apareció un joven alto y de rasgos morenos, que con una voz temblorosa pronunció: “Disculpe, Juan, me va a tener que acompañar”.
El Chueco, muy sorprendido, le contestó que no lo conocía. El extraño personaje, quien se dejó descubrir un revólver, les informó que pertenecía al Movimiento 26 de Julio, grupo guerrillero liderado por Fidel Castro que buscaba derrocar al dictador Batista. Rápido de reflejos, el balcarceño observó que palparon de armas a su chofer.
La tensión crecía a borbotones. El amenazante sujeto, con alto grado de nerviosismo, advertía: “Si alguien se mueve, la consecuencia es para usted”, mientras miraba fijo a Fangio. En consecuencia, el automovilista reaccionó, pero a favor del instigador. "Lo ví tan nervioso que me dio miedo, por lo que le dije ‘vamos’. Y entonces salimos".
A partir de ese momento, al corredor argentino lo llevaron a un Plymouth negro, y dentro de ese vehículo le informaron que el secuestro no era por cuestiones personales. De hecho hasta le pidieron disculpas por las “molestias ocasionadas”. Increíble.
Fantástico es el relato del gran piloto en su libro Cuando el hombre es más que el mito, escrito también por el periodista Roberto Carozzo, que describe perfectamente lo que vivió después: "Me llevaron a una casa a la que subimos por una escalera de incendios. Entramos en un cuarto donde había una mujer con un chiquito. Y había un tipo que estaba enfermo, o herido, en una habitación de al lado. Ahí se quedaron dos personas conmigo. Las otras se fueron. La señora me pidió que le firmara un autógrafo para su hijito. ´¿Quiere que le ponga fecha?’, le pregunté. ‘Sí, va a ser muy útil para nosotros’".
Luego lo trasladaron a otro hogar, y desde allí a un tercer sitio, en el que lo hicieron ingresar, aunque con los ojos destapados. En ese lugar los secuestradores celebraron el éxito de la operación y comieron junto a Fangio, quien se enteró de que el plan estaba pensado desde el año anterior. Además los captores le detallaron las intenciones de su grupo de luchar por un ideal, y asimismo le contaron las aberraciones del gobierno de Batista.
El temor entre los guerrilleros era que lo ubicaran al Chueco y lo mataran para culpar al Movimiento 26 de Julio. "Yo sugerí que me entregaran en la embajada de mi país”. La propuesta fue inmediatamente aceptada. El entonces representante del gobierno argentino en Cuba era Raúl Guevara Lynch, primo del "Che". Tras 27 horas de cautiverio, la entrega se realizó en un edificio cercano al centro de La Habana.
Luego de 50 años, este hecho todavía conmueve y sorprende a muchas personas. Indudablemente Juan Manuel Fangio disputó una de las carreras más difíciles de su vida.
Por Pablo Medina
Fuente consultada: diarios Clarín, La Nación y Olé
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