viernes, 15 de junio de 2007

La carta

“No puedo ocultarlo más: te extraño muchísimo. No sirvo si no estás conmigo. Hace un mes que nos separamos y todavía no puedo dormir sin antes recordarte. No logro proponerme metas. Tampoco intento superar el dolor de que me hayas dejado. Te extraño y no puedo vivir si no estás a mi lado. Todavía siento el perfume de tu piel en las sábanas de mi cama. Todavía tengo presentes nuestras salidas. Todavía siento tus besos, tus caricias. Me acuerdo de tu mirada, de tu dulzura, de tus cálidos abrazos... Después de cinco años de noviazgo, no es fácil sacarte de mi vida. No sé lo que pensarás, no sé si estarás triste o feliz. No sé si ya conociste a otra persona. En fin, no sé nada por el momento. En mis retinas lo único que tengo es tu imagen. Y eso me hace muy mal. A veces trato de recordar en qué fallé, en qué situaciones no me comporté debidamente. A veces trato de comprender por qué nuestra relación no funcionó, y creeme que me cuesta bastante encontrarle una explicación. De mi parte siempre aposté por el bien común de los dos, pero veo que no sirvió de mucho. Ahora mismo te pregunto ¿qué hice mal?, ¿qué motivos te llevaron a que me trataras tan ofensivamente como lo hiciste hace un mes atrás?, ¿sos conciente de lo triste que fue nuestra despedida?, ¿una relación de cinco años merece un final así?. Y ahora que te planteo estas preguntas estoy empezando a alterarme. Comienzo a recordar que durante el tiempo que estuve con vos dejé muchas cosas fundamentales. Las dejé en un segundo plano para complacerte, para que te sintieras importante en mi vida (de hecho lo eras) ¡Y vos me respondiste así! ¡No te entiendo!, ¡sos increíble!. Ahora recuerdo las veces que me insultabas de arriba a abajo cuando salía con mis amigos o si los sábados no nos veíamos por tan sólo ¡un par de horas! cuando iba a la cancha a ver un partido de fútbol. Entonces yo terminaba siendo la peor persona del mundo. Y vos... sin palabras ¿Pensás que te comportaste bien conmigo? Nunca te reproché nada. Nunca te cuestioné una salida. Las discusiones se originaban por tus enojos y, como siempre, yo era el origen de todos tus males ¡Ay Dios, qué bronca tengo en este momento! Los nervios me invaden y no me puedo controlar ¿Sabés una cosa? Me cansaste ¡No te aguanto más! No te quiero ver más en mi vida. Menos mal que decidiste cortar esta relación. Sinceramente me hiciste un bien. Me acuerdo que cuando vos tenías que estudiar o trabajar, recién entonces yo aprovechaba para estar conmigo, para acordarme de mi ¡Qué idiota que fui! ¿Tanto tiempo tuvo que pasar para que me diera cuenta de la realidad? Ay, no sé. La vida es así... Pero bueno, ya está. No hay mal que por bien no venga. Reconozco que me alteré un poco. Lo siento. Te pido disculpas. Lejos está de mí ofenderte. No te preocupes, ya se me fue la furia. Justamente, ahora que me tranquilicé, te quiero agradecer porque permitiste que yo creciera como persona. Lograste que empezara a valorar la hermosa vida que tengo por delante. Muchas gracias. Y te anticipo que ya pondré en práctica mis deseos de sonreír, mis deseos de hacer algo que me guste, que me apasione. Por eso mismo, terminaré con esta tristeza, con este malestar, ¿entendiste? No quiero perder más minutos. Simplemente te digo gracias. Lo primero que haré es volver a los viejos tiempos. A aquellos momentos que eran motivo de discusión con vos. Ya está. No me importa nada. Me voy a ver a Lamadrid. El partido empieza en una hora y 20. Te mando un beso. Buena suerte y hasta luego. Lorena”.

Lorena (25 años) se tomó el colectivo 134, llegó al estadio de Huracán y alentó los 90 minutos a su querido General Lamadrid.


En el partido, correspondiente a una de las semifinales del Reducido de la Primera C para buscar un lugar en la B Metropolitana, el Carcelero del barrio de Villa Devoto cayó derrotado 3-1 ante Barracas Central, que jugó de local en la cancha del Globo de Parque Patricios.


A pesar del resultado adverso y la eliminación de su equipo (seguirá compitiendo en la categoría C del fútbol argentino), a Lorena se le pudieron percibir una sonrisa sincera y una mirada aliviada. Como pocas veces, a Lorena se la vio realmente feliz.

Por Pablo Medina

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me encantó el texto! muy original. felicitaciones. Cuando vi el final, no lo podia creerrrrrrrrrr... jajaja... espectacular... me cagué de la risaaaaa... El blog estáa muy bueno chicos, sigan asi...

Clarita de Urquizaaaaaaaaaa

Anónimo dijo...

felicitaciones pablo por tu redacción. siempre tan destacado y tan original. No cambies ya que sos el alma del grupo. saludos. Jorge Daniel, el cumpa

Anónimo dijo...

Esto es Lamadrid!!!!...Asi de grande es este sentimiento.

Lama mi eterno amorrrrrrr