domingo, 25 de julio de 2010

La Selección necesita volver a empezar

La Selección argentina ya no puede ser considerada como una potencia a nivel mundial. No debería ser catalogada como uno de los cuatro países que mejor juega al fútbol. Por el contrario, lo más razonable es que se la incluya entre los principales ocho equipos del planeta. Por algo hace 20 años que ningún conjunto nacional ha podido avanzar más allá de los cuartos de final en una Copa del Mundo.

Si el análisis se basa en las individualidades de la actualidad, probablemente el seleccionado albiceleste tenga a los jugadores más destacados. Con sólo señalar a Lionel Messi, Gonzalo Higuaín, Carlos Tévez, Javier Mascherano o Juan Sebastián Verón, entre otros, esta afirmación crece en veracidad y credibilidad. Sin embargo esas virtudes singulares no garantizan ciento por ciento el éxito grupal en una competencia, más allá de que un plantel se lleve de manera armoniosa.

Aquí, en este punto, es cuando quedan en evidencia la ausencia de un proyecto serio y la falta de conducción en la dirección técnica. En el ámbito familiar, por citar un caso en especial, podría haber importantes problemas si un padre le regala una Ferrari último modelo a su hijo, quien todavía no sabe manejar ni tiene la licencia. Si bien el auto contempla las características ideales para transitar por la vía pública y llegar a destino sin mayores inconvenientes, no sería extraño que el muchacho sufriera un accidente.

La Selección debería conformar un proyecto a futuro, a largo plazo, con la mente puesta en 2014 o incluso en 2018. Los procesos suelen ser lentos y, por eso, sería conveniente armar un equipo en base a cuatro o cinco jugadores fijos, la fundamental columna vertebral de un plantel. Y a partir de ahí, intentar encontrar un estilo de juego definido, característica que hoy no contempla el combinado nacional.

Una frase de Luis Aragonés, ex DT de España, resume esta reflexión: "Lo primero es el convencimiento, saber hacia dónde se va, cómo se llega a ese lugar. Este proceso que hoy disfruta el fútbol español comenzó hace cuatro años, en el penúltimo Mundial".

En consecuencia también se tendría que respetar el trabajo del entrenador, siempre y cuando su desempeño sea el indicado y el adecuado en busca de un objetivo concreto. Entre el Mundial de Alemania 2006 y el de Sudáfrica pasaron tres directores técnicos, José Pekerman, Alfio Basile y Diego Maradona, cada uno con su libreto, por lo que fue imposible definir un concepto claro al momento de plantear un partido.

Aragonés, oportunamente, agrega: "Cada seleccionador tiene su idea, las ideas mutan, cambian, y lo mejor es planear y revisar qué va a hacerse, cómo, por qué. En el mundial de Alemania (2006) quedamos afuera ante Francia (NdeR: 1-3, en octavos) y la prensa me insistía con que el equipo era lento, muy previsible, sin decisión y sin profundidad. Sin embargo, ¿qué ocurrió? Ocurrió que yo sabía lo que hacíamos, y así llegamos a la Eurocopa (2008)".

España, campeón mundial 2010, es el paradigma de lo colectivo. En su propuesta figuran tres consideraciones clave: el conjunto, la idea y un estilo. No importan ni el rival ni las circunstancias. El juego no se altera por una situación adversa. Dibujada en un 4-2-3-1 que vive mutando a 4-1-4-1, las prioridades son la posesión de la pelota, la circulación y la movilidad. Con una especial atención en la mitad de la cancha. Con una colección de pensadores apuntada a la generación de fútbol. Y con la colaboración de cada integrante para recuperar y presionar en bloque. Así la "Furia" logró un equilibrio que hasta derivó en paz defensiva: en el certamen mundialista no sufrió goles desde los octavos de final en adelante.

Por otro lado, la hazaña española comenzó a gestarse hace 11 años, en 1999, con la conquista del Sub 20 en Nigeria, donde jugaron Iker Casillas, Xavi Hernández y Carlos Marchena, quienes ahora se quedaron con el título en mayores. Y esa línea no se abandonó, a pesar de que hubo cambio de DT. De hecho se potenció: con Aragonés al mando, la "Roja" se consagró campeón de la Eurocopa en 2008. Luego arribó Vicente Del Bosque, quien apenas hizo mínimos retoques y dos años más tarde alcanzó la gloria en el continente africano.

Como contraposición a la esencia de lo que se intenta explicar en esta nota, surge inevitablemente el cuarto puesto de Uruguay, Selección que sin lugar a dudas no está entre los mejores cuatro países del mundo. Oscar Tabárez, entrenador de la Celeste, es uno de los pocos que pone sus pies sobre la tierra y entiende la realidad a la perfección.

En la previa de la semifinal ante Holanda hizo un análisis destacable: "La posibilidad de ser una potencia te lo da la permanencia. Es perverso creer sólo en los resultados circunstanciales. El mundo, nuestro mundo, no ha cambiado por tres o cuatro partidos que hemos ganado. Es utópico hablar de una supremacía de Uruguay en el futuro, pero el fútbol es fútbol y hoy es hoy: es posible hacer un partido perfecto y aun el mejor equipo tiene falencias". Y argumentó: "En los mundiales lo que está en juego no es quién es el mejor, sino quién llega más lejos".

Igualmente España debe alegrarse. Fue el elenco que, por continuidad, más se merecía dar la vuelta olímpica en el Mundial y lo consiguió casi sin sobresaltos. Argentina, en tanto, no debe desesperarse. Para estar entre los mejores se necesita compromiso, tiempo y paciencia. El material y las herramientas están, sólo hace falta aplicarlas con criterio y responsabilidad. Llevado este caso al ámbito familiar, para que el chico evite accidentes (o al menos baje el riesgo) con una Ferrari último modelo a estrenar primero tendrá que obtener la licencia, sumar varios años de experiencia en la calle con un vehículo más "sencillo" y recién después disfrutar del regalo de su padre. De esa manera va a ser más factible que llegue a destino con éxito: sano y salvo.

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