Una bomba de tiempo

Los enfrentamientos entre las barras bravas de clubes de fútbol son actualmente hechos que ya parecen ser comunes a la hora de jugar un partido. Pero ¿Cuál es el sentido de considerar esto como un escenario común de nuestro deporte?

Ya pasaron 39 años de la tragedia que conmocionó al país entero. El 23 de junio de 1968 fallecieron 71 personas al finalizar el encuentro entre River Plate y Boca Juniors, producto de una avalancha en la Puerta 12 del Monumental. Fue la catástrofe más grande del fútbol argentino y para la justicia nunca hubo responsables.

Poco después de las 16.45, cuando terminaba el cortejo, los espectadores comenzaron a abandonar el estadio de Nuñez, y se encontraron con que los molinetes permanecían fijados al piso y las puertas plegadizas estaban cerradas.

El actual sector L de la tribuna alta Centenario, siempre ocupado por los hinchas visitantes, tiene 80 escalones que forman un túnel oscuro y peligroso. Una trampa terrible si los simpatizantes que están abajo no pueden salir y los que están arriba empujan sin saber que sucede.

Comenzaron a escucharse gritos desgarradores y los gestos desesperados pudieron detener el derrumbe descendente, pero fue demasiado tarde. Los golpes y la falta de aire provocaron 71 muertos y más de 60 heridos.

Pero también hay otra hipótesis de lo sucedido aquel 23 de junio. Según testigos de la tragedia, una brutal represión policial se cobró la vida de los fanáticos. La montada detuvo al público con bastonazos y causó que la gente quisiera retroceder. En ese entonces Juan Carlos Onganía gobernaba por la fuerza y la policía era de temer en las calles, canchas y universidades. Es por eso que no se descarta la teoría.

Mientras tanto, la mayoría de los 90.000 espectadores que habían presenciado el partido estaba ajena a lo que ocurría. Sólo las sirenas de los patrulleros, ambulancias y camiones de bomberos que concurrían apresuradamente al estadio alertaron de que algo grave había pasado.

Ya estamos en el año 2007, los portones metálicos y los molinetes del estadio de Nuñez son otros. Pero el tramo final de la escalera sigue teniendo poca iluminación, aunque ahora haya una baranda que divida la circulación. Hay que tomar las medidas necesarias para que esta desdicha no vuelva a ocurrir. La preocupación actual pasa por los incidentes fuera de los estadios, pero dentro de ellos también se pueden considerar como una bomba de tiempo.

La mayoría de los hinchas que van a ver a su equipo, y bajan por aquel sector, no saben que allí se vivió lo que se conoce como la PUERTA Nº12.

Por María Eugenia Seeber