El mercado de pases y la influencia de los billetes
En estos días en los que el mercado de pases es el protagonista del verano, uno de los temas que suele desatarse para comenzar el debate es el del exilio de muchos jugadores argentinos a tierras desconocidas y poco amigables.
Países como Rusia, Qatar, Turquía o Grecia, entre otros destinos, seducen con suculentas sumas de dinero a algunos futbolistas que, evidentemente, priorizan la tranquilidad económica por sobre el nivel de la número cinco.
En consecuencia firman contratos millonarios (siempre en dólares o euros) y luego se lanzan a un mundo completamente diferente del escenario local. Lo curioso es que cada vez son más los juveniles que aceptan emigrar al exterior para “continuar” su carrera cuando todavía ni empezó. En reiteradas oportunidades no han llegado a debutar en la Primera de su club.
La incógnita, entonces, pasa también por saber cómo es el accionar interno de los famosos representantes (interesante punto para discutir en otro momento), quienes manejan el futuro de estos adolescentes, obviamente enceguecidos tanto ellos como sus familiares (generalmente de bajos ingresos) por el verde papel.
Sin embargo la nueva vida, a veces, no termina siendo la ideal, al menos desde el punto de vista de la gloria deportiva. ¿Cuál es el problema que a menudo padecen estos pibes recién vendidos? Desaparecen. No hay noticias sobre su desempeño. No son tenidos en cuenta por el entrenador. O simplemente no rinden. ¿Influye el factor psicológico? Puede ser, es una alternativa.
El delantero Fernando Cavenaghi, por citar un caso, a mediados del 2004 era un firme candidato a vestir la camiseta número 9 de la Selección para Alemania 2006. Pero su paso por el fútbol ruso (en Spartak de Moscú no tuvo continuidad) lo borró del mapa, aunque el propio goleador aún niegue que ése haya sido el motivo de su ausencia en el último mundial.
Igualmente sería un error afirmar que el inconveniente recién indicado lo sufren todos los jugadores. Existen situaciones en las que les va muy bien (Ezequiel González, ex canalla y xeneize, actualmente defiende los colores del Panathinaikos griego y afirma que se siente muy cómodo ahí) y hasta son vistos con buenos ojos por equipos que militan en ligas de alto nivel, como lo son la española, la inglesa o la italiana, entre otras.
De hecho, el Torito Cavenaghi ahora actúa en el Burdeos francés, y de a poco va volviendo a ser el de antes, el incansable romperredes de River.
Incluso, otros jóvenes disponen de mejor suerte. Los mediocampistas Ever Banega (recientemente incorporado al Valencia de España), Javier Mascherano (Liverpool de Inglaterra) o Carlos Tevez en el Manchester United no tuvieron que vestir “camisetas extrañas” para luego saltar a un fútbol más competitivo.
Asimismo hay otros que arreglaron contratos con clubes de gran renombre internacional, pero después quedaron relegados y, por consiguiente, fueron prestados a conjuntos más “pobres”. Sí, a estos muchachos los tratan como mercancías. En definitiva, el menú de opciones es muy variado.
En cuanto al tema económico, un futbolista argentino (pidió que no se divulgara su identidad) reconoció: “Es cierto que se sufre mucho el frío. Aparte es muy difícil aprender el idioma. No entiendo nada. Encima, allá la gente te discrimina. Es muy complicado vivir en esas condiciones. Al fin y al cabo, lo positivo es que se gana muy bien. La diferencia es enorme. Mi idea es quedarme ahí un par de años más y luego volver a Argentina”, una declaración que, posiblemente, sintetice el pensamiento de muchos de sus colegas.
No obstante, las palabras de Ismael Sosa (Independiente), quien negó una oferta del Dynamo de Moscú, aseguran lo contrario y sorprenden: “Me podría llenar de dinero yendo a Rusia, pero retrocedo en lo futbolístico, y la verdad es que prefiero cuidar mi carrera. No quiero ir sólo detrás de la guita. Yo sueño con la Selección. Jugué un Sub 20, un Sudamericano y siempre quiero ponerme de vuelta esa camiseta. Rusia es un fútbol en el que perdés todo. A la larga, desde lo deportivo, se puede complicar y recién tengo 20 años”. Al igual que Chuco, Germán Denis (compañero en la delantera roja) le dijo que no al Rubin Kazan en una oferta tremenda para el club: 10.000.000 de dólares. Impresionante.
De cualquier manera, la intención de esta nota no es criticar, sino describir un panorama, resaltar un hecho que se repite año tras año, y que se va incrementando a borbotones.
Precisamente, el poder monetario no solo tiene influencia sobre los futbolistas, sino también en cualquier ámbito de la vida. Por eso mismo, habría que preguntarle a un arquitecto, a un médico, a un profesor, a un periodista, a un abogado o al que sea, si aceptaría trabajar en un país completamente diferente al nuestro (sufriendo las adversidades como el clima, el idioma, las costumbres, la distancia) con tal de percibir miles y miles de billetes en euros o dólares, durante un lapso de dos a cuatro años. Sinceramente, ¿usted no agarraría viaje?
Existe una frase que puede resumir la idea del texto y que lejos está de ofender al ex arquero de Boca Carlos Fernando Navarro Montoya: “Por la plata baila el mono”.
Por Pablo Medina
1 comentario:
Yo entiendo a los jugadores. Nadie les garantiza nada. Una lesión y quedan olvidados para siempre. Asi que cuando ven los verdes sobre la mesa, ni lo dudan.
Tal vez, yo haría lo mismo.
Intercambiemos comentarios, un abrazo!
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