La palabra campeón puede tener varias interpretaciones y conclusiones. Sin embargo, no significa ganarle a los demás. De hecho, a los demás puede ganarle cualquiera. La palabra campeón, por el contrario, representa aspectos mucho más profundos y mucho más valiosos. Aspectos que están relacionados con una palabra de enorme importancia: la vida.
Matías Torres suma todas las cualidades para considerarlo un enorme campeón del deporte: puede conmover miradas, logra despertar y emocionar corazones, demuestra tener actitud, nunca pierde la esperanza, cuenta con una valentía única, establece un vínculo perfecto con el mundo que reivindica al mundo y, por sobre todas las cosas, no se rinde ante la adversidad. Matías Torres, sin lugar a dudas, es un verdadero campeón.
Por Pablo Medina
Importante: si no conocen a Matías Torres y a su historia, les sugiero que lean la siguiente nota que salió publicada en el diario Clarín el jueves 5 de febrero de 2009:
Matías Torres es un nadador que asombra. A los 21 años, acaba de surcar 1.500 metros en la laguna de San Miguel del Monte, como participante de la prueba El Reencuentro de los Delfines. La singularidad de Matías como deportista es que tiene síndrome de Prader Willi, una enfermedad genética que provoca diversas alteraciones y que, contra cualquier prejuicio, no funcionó como límite para que se animara a nadar e, inclusive, para ir logrando objetivos cada vez más altos.
Muy estimulado por su familia, Torres empezó a nadar desde chico en la pileta del Instituto Lemm, de Temperley. Nadar largas distancias estaba fuera de todo programa. "Pero él se fue entusiasmando, se propuso dejar atrás los obstáculos que fueran y logró tirarse a la laguna. Cada vez que la gente lo ve nadar, genera una emoción que es mucho más que nuestra y demuestra que se puede", cuenta el papá de Matías, Norberto, quien lo acompañó metido también él en el agua en la experiencia con la que despertó ovaciones y se subió al lugar más alto del podio en Monte, donde recibió los abrazos de su novia, Mariela, y del organizador de la actividad, Alejandro Lecot.
Torres ya había nadado en Monte y en la laguna de San Antonio de Areco otras distancias, a partir de los 400 metros. En su deseo de llegar más lejos, resolvió bajar de peso, una tarea especialmente compleja dado que una de las manifestaciones de la patología es la tendencia a la obesidad. Respaldado por un grupo de profesionales de la Fundación Spine, encabezados por la doctora Jorgelina Stegmann, Matías bajó 32 kilos en aproximadamente dos años. Y alcanzó su objetivo particularmente estimulado por su tarea en el centro de día Cedió, donde concurre tres veces por semana, y con Leonardo, su acompañante terapéutico.
"Matías nos conmovió a todos. Da gusto verlo crecer como nadador y como hombre", contó Lecot, un conocido nadador de aguas abiertas y propulsor de la participación de Torres. Da la sensación de que la conmoción seguirá porque el propio Matías ya avisó que quiere nadar una distancia todavía más larga. "Voy por más", anunció mientras el público de Monte lo felicitaba.
Vale la pena conocerlo a Matías Torres. La vida, por supuesto, ya lo conoce. Y seguramente está muy feliz.
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