Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso por tener ideas ideológicas, recibió un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trajo un dibujo de pájaros. Los guardias (los censores) se lo rompieron a la entrada de la cárcel.
Al domingo siguiente, Milay le trajo un dibujo de árboles. Los árboles no estaban prohibidos, y el dibujo pasó.

-¿Son naranjas? ¿Qué frutos son?
La niña lo hizo callar:
-Ssshhhh.
Y en secreto le explicó:
-Bobo ¿No ves que son ojos? Los ojos de los pájaros, que te traje a escondidas.
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